Recorrer la provincia en estos días de campaña electoral se convierte en una satisfacción para la vista. Coincide con una de los momentos más espléndidos de los paisajes leoneses. La constatación de que los embalses están a plena capacidad, que siempre es bueno para las futuras necesidades de regadíos de las tierras del sur, se acompañan de unos caudales más que copiosos y una gran exhuberancia en todas las riberas y valles. Da para reflexionar, porque en un mundo en el que el agua es cada vez un bien más escaso, la abundancia de que goza nuestra tierra debe ser valorada y explotada adecuadamente.

Son muchas las personas que en esta privilegiada geografía observan como se infrautilizan los recursos. Nos hablan de las posibilidades de desarrollo del turismo rural si hubiera una buena planificación y ejecución de la restauración natural de nuestros ríos y riberas (limpieza, repoblación adecuada) y unas normativas coherentes que no generen incertidumbre a potenciales turistas de pesca. Mientras nos recuerdan con nostalgia la época, no tan lejana de pesca de cangrejo autóctono en los cursos fluviales nos cuentan también como, al cabo de un tiempo, las depuradoras, que se inauguran a bombo y platillo, demuestran el ineficiente o nulo rendimiento, con lo que las inversiones realizadas resultan ser un despropósito y un fiasco tanto para las arcas municipales, que no pueden sostenerlas, como para el medio ambiente.

En fin, se tiene la sensación de que corremos serio riesgo de degradar uno de los valores naturales leoneses que podrían aportar mucho al mejor futuro de nuestros pueblos, si damos una respuesta adecuada a la demanda, con un desarrollo con garantía de sostenibilidad para el turismo de naturaleza.